Me llamo Cris Lincoln, aunque mi nombre de guerra es MAMACRIS. Este nombre viene de la infinidad de llamadas de mis hijos y amigos que, desde el otro lado del océano, me pedían recetas relámpago, consejos de todo tipo y menús para amigos.
Desde niña me ha gustado la cocina, y además he contado con la suerte de que mi padre fuera un gran gastrónomo y me enseñara a comer; desde nécoras en Madrid a Berros de río en El Escorial, cuando comerlos era cosa de vacas.
Esta afición familiar sumada a la oportunidad que he tenido de viajar y vivir por todo el mundo, me ha permitido conocer otros SABORES, OLORES Y COLORES.
Todos sabemos que la gastronomía es cultura ya que explica mucho sobre las costumbres, clima e historia de un pueblo. Y, ahora que está tan de moda la cocina fusión, siento una gran satisfacción introduciendo y aplicando la gran variedad de cocinas que he ido aprendiendo por todo el mundo.
Mi especialidad es adaptar la alta cocina de todo el mundo a nuestras cocinas. Desde luego hay platos que no podríamos, ni aunque quisiéramos, hacer en casa; para eso ya existen restaurantes maravillosos. Pero lo que sí es interesante a veces es captar la esencia o concepto de un plato y poder transportarlo a casa sin que se convierta en “misión imposible”.
Debemos aprovechar los productos de temporada, siempre y cuando sea posible, y echar mano a todas esas conservas, preparados y congelados de alta calidad con los que contamos actualmente en cualquier comercio.
Además de la parte estrictamente culinaria, también me gusta destacar lo que yo llamo la puesta en escena. La presentación, tan importante en algunas culturas, también forma parte de mi aprendizaje. Recuerdo desde siempre a mi madre trasladando toda su belleza a la mesa, haciéndola exquisita.
El hecho de presentar los platos con originalidad y buen gusto, además de algo creativo puede ser muy divertido y agradable a la vista.
Y ya que cocinar, comer y compartir mesa con amigos y familia es parte fundamental de nuestras vidas, hay que aprender a adaptar estas comidas a fin de llevar una vida sana. Y esta es la idea fundamental que pretendo transmitir mediante mis recetas porque sé que actualmente las personas estamos preocupadas por la salud, imagen y físico, motivo por el que trato de elaborar recetas buenas, fáciles y lo que es más importante: saludables. Porque disfrutar de la comida es perfectamente compatible con estar a gusto con uno mismo. Hay infinidad de hábitos de vida, pero está claro que todos necesitamos alimentarnos. Y debemos hacerlo bien.
En resumen: MÉTETE EN LA COCINA, PÁSATELO BIEN Y DISFRUTA; PUEDE SER ALGO MUY RELAJANTE, AUNQUE PAREZCA MENTIRA.
ASÍ QUE, PREPÁRATE UN TÉ, PONTE MÚSICA Y APROVECHA PARA EVADIRTE. TUS AMIGOS Y FAMILIARES LO AGRADECERÁN.




Afirma un refrán japonés que quien tiene la suerte de probar algo que nunca ha comido hasta entonces, vive 75 días más.

SAN ISIDRO

ESTA SEMANA DESDE MADRID :
Las rosquillas tontas de San Isidro,
Que se necesita para (36 rosquillas aprox.)
Para la masa: 300 gramos de harina, 300 gramos de aceite, 300 gramos de huevos (5-6 según tamaño).
Para el almíbar: 800 gramos de agua, 400 gramos de azúcar.
Para el baño o fondant: 400 gramos de azúcar glas, 20 gramos de zumo de limón, 170 gramos de almíbar, 20 gramos de caramelo líquido (azúcar quemada).
Asi se hace:
Preparara la masa, vertiendo los tres ingredientes en una amasadora, y amasa durante veinte minutos aproximadamente, obtendrás una masa fina, homogénea y densa, para escudillar con la manga pastelera. Será necesaria una boquilla lisa y gruesa.
Precalienta el horno a 220º C con calor arriba y abajo. Dispón tres bandejas con papel vegetal, silpat o teflón. Introduce la masa en la manga pastelera y ve escudillándola, dándole forma de rosquilla y dejando espacio entre cada una porque crecerán al hornear. Deja un buen agujero porque se cerrará un poco al aumentar el volumen de la masa.
Hornea las rosquillas durante 10-12 minutos, hasta que estén doradas. Mientras tanto pon en un cazo el agua y el azúcar para hacer el almíbar. Lleva a ebullición y deja cocer cinco o diez minutos. Apaga el fuego y reserva.
Cuando retires las rosquillas del horno y hayan perdido algo de temperatura, sumérgelas en el almíbar y deposítalas en la mesa de trabajo o sobre las bandejas.
Prepara el baño, pon el azúcar glas en un recipiente que te resulte cómodo para después bañar las rosquillas, añade el almíbar caliente, el zumo de limón (si quieres que se pronuncie más el limón, puedes añadir aroma) y el caramelo, bate bien hasta obtener un fondant ligero.

Ve pasando las rosquillas por el fondant y después deja que se seque un poco, a continuación, el baño estará un poco más frío pero todavía líquido, con una cuchara o con los dedos, ve cogiéndolo y vertiéndolo sobre las rosquillas que tendrás en una bandeja (por comodidad a la hora de cambiarlas de sitio).

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COPA DE CAVIAR CON GELATINA AL VODKA, LIMÓN Y CRÉME FRAICHE
1 latita de caviar
1 paquete de gelatina sin sabor
Vodka (opcional)
1 limón
1 tarrina de crème fraîche

Prepara la gelatina siguiendo las instrucciones del fabricante pero añadiendo un chorrito de vodka.
Reparte la mitad de la gelatina en 4 copas y refrigéralas en la nevera; reserva la otra a temperatura ambiente.
Una vez cuajada la gelatina de las copas coloca un par de cucharaditas de caviar y vuelve a enfriar en la nevera 10 minutos más.
Añade el resto de la gelatina y deja en la nevera de nuevo hasta que cuaje.
Agrega una cucharada de crème fraîche sobre la gelatina y coloca encima una rodaja de limón.